Alejandra Martínez es feliz. O Aleja Mar, como yo la conozco, es feliz cuando habla de sus Lolas. Sí, de sus Lolas. Aleja Mar, tiene ese tipo de felicidad que se contagia, que es pegajosa -de la buena manera-, y que es capaz de ocupar cualquier espacio.
Lolas se comunica con un lenguaje muy particular: irónico pero a la vez muy humano, muy divertido e identificador. Lolas nace con esa premisa, de potenciar a la mujer a través de la identificación. La clave estuvo en descubrir que hay pensamientos comunes dentro de las cabezas de las mujeres que por prudencia permanecen ahí. Lolas empodera a la mujer como es, con sus dramas, con sus lágrimas y risas.
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